18 de enero de 2008

SÓLO ESO


Sólo eso

Una mujer deshoja en sus manos su flor rosa de vidrio, se le han clavado astillas de ese vidrio en sus manos hasta hacerla morir.
Me miro en el espejo del lavabo en mitad de la madrugada de la ciudad desnutrida .Soy un cadáver hermoso.
Muerta camino abajo y arriba de las aceras del Raval y la calle de las putas.
Hace cuatro años nos dejamos la paga no contributiva en las pensiones de las putas de la calle Joaquín costa, por 30 euros pasábamos la noche revolcados por la colcha roja, nos reíamos modulando la luces rojas y azules, dejando las rojas ,así nos hacíamos la puta y el cliente o el puto y la clienta exquisita violadora de chavales morenos y agitanados cómo tú.
Siempre he sentido la Teresa de Marsé , entendía cómo se podía volver loca por follar con aquél chulo barriobajero y quedarse pillada hasta la muerte.
Yo me llevaba a la pensión un radio cassette y poníamos al Silvio y a Sabina en esa pensión sucia y pobre pero más hermosa que hoteles de cuatro estrellas porque nos daban mareos en la calle antes de subir de lo cachondos que estábamos, me sacabas las bragas con prisas y nos tirábamos al suelo ,hacíamos mucho ruido pero nadie se quejaba ya que en todas la habitaciones de la pensión estaban llenas de putas y sus clientes, cada uno tenía su fiesta en paz, cuando unos hacíamos silencio se oían a los otro ,era hermoso dejar la ventana abierta y ver a lo lejos las estrellas quebrándose en le Tibidabo, a lo lejos el mar de esta ciudad-precipicio.
¿Se puede amar más que a nada en medio de gritos de putas y dudosas desinfecciones de váters y sábanas?
Sí. para amar más que a nada sólo hace falta eso, amar más que a nada.


Hermosísima ilustración del mejicano Gabriel Pacheco