25 de septiembre de 2012







cuando calculé cuantas manos tenía para darte
ocurrió que no tenía ni manos ni alma
y era una errante sombra que desaparecía en la noche

tus ojos que despejaban mi miedo a todo el universo
pero me incriminaban hacia una muerte supuesta

joder,que no tengo el corazón para ti,que huyes de tu nombre,
no tengo la razón ni la sin razón sino un agujero hondísismo
que unos llaman amar y otros pavura y miedo,

joder,que confundo la saliva con el dolor de no verte,
de haber olvidado tu mirada exacta sólo para mí...

calculé mal y no tuve ni brazos para acunarte
ni fuego para entregarlo a tu cuerpo derruido,
a tus trozos de cuerpo lleno de azogue...

no me quedaban ni pulmones para gritarte
que volvieras a mi cama y a mi madrugada remota...

niño,el caminante y su sombra,
monstruoso depredador de niñas poco vírgenes...

amor mío ,enloquecido suicida,
visitador de mis sueños más profundos

19 de septiembre de 2012

Una vez conocí el miedo/una/dos/tres veces/
así hasta la eternidad del temblor/
así por el camino de la piedra dentro del pecho/
así la soledad sin alas ni vestido/
porque se conoce el lugar y la pérdida/
pero no se conoce el origen del alma y el frío/
contestando a los cadáveres que surgen/
del eterno movimiento de las cosas/
como batallas se juntan los horizontes y los muertos/
se juntan las mariposas negras en la lengua/
se dividen los temblores y la gota de sangre congelada/
porque quién pudiera someterlo y comprenderlo todo/
quien pudiera desnudarse bajo lluvia/
quién pudiera besar y recoger al herido/
quién pudiera soñar,soñar,soñar/
y morir debajo de un árbol,en silencio/
rodeado de barro,humedad y hojas/


Como sus ojos devolvían el vidrio
y la saliva velaba el porqué del universo

y así se deshacia el miedo que no tenía dientes
sino una trituradora de cielos vestidos de luciérnaga

yo caminé precipicios y las venas me latían desbordadas
de vivir demasiado
de conocer senderos con arenas movedizas
de morder cuellos invisibles

como sus ojos reflejaban oscuridades
me topé con un infierno rastreando mi boca

me sumergí en mi soledad cuadrada y fértil
de manos esquivas
y una lengua suave y cierta pobló los minutos

como de nada sirve atarse en la celda de su horizonte
su vientre entretenido de pájaros
de ríos fluyendo con la suavidad de la caricia

hacia la eternidad vamos los dos de la mano
con la piel deseando la otra piel
como amantes viejos
como eternos buscadores de un paraíso conocido.