/la muerte engendra locos y escupe poetas tristes
allí ,donde no llega la luz ni el beso,vive una sombra que llora,
allí ,donde no llega la piel ni el calor,perdura el manicomio...
Yo, que soy la luciérnaga atropellada por la lágrima,
tú, que eras el hijo del dolor y el enajenado que no pudo escapar,
prisionero de ti, como tantos que somos prisioneros e hijos del miedo,
encarcelados en el hospital,donde no existe la caricia,
manipulados por frías batas blancas y pastillas azuladas...
Yo, que soy otra enajenada que llora valiums,que desayuna antipsicóticos,
que tiembla olvidada en el colchón como un escombro,
tú, que recibes elogios y medallas una vez muerto
pero al que nadie vino a rescatar de su cama psiquiátrica,
al que ningún rostro acogió en su vientre cálido...
la locura no es paseo cool por la vida
sino que es la sangre clavada en el pensamiento
y ver como uno cae en el abismo sin aliento,
la locura no se trata de un juego
es encontrarte como un animal acorralado
y querer morir atado en una cama...
por eso,silencio,
silencio, silencio,
ante el alucinado,ante el loco,
silencio y respeto a su mundo infinito,
a su mirada perdida,
a su mundo incomprensible,
a la foto en la que brillaban sus ojos de niño/