17 de febrero de 2011


La mujer agarra sus dientes y sus huesos
y huye a cualquier desierto cercano
los metros registran en sus vías lágrimas y desorden
el cemento manifiesta ganas de llorar y llora entre adoquines
y cigarros apagados
muchas veces siente la libertad en los ojos
mirando como huyen las palomas de la muerte
como huye la saliva de boca en boca amándose

la mujer agarra sus bártulos y su olvido y sigue su camino
aunque no haya camino
aunque en lugar de una mujer sea sólo una fuente
las mariposas negras se posan en la lengua de los dormidos
y tragan la sangre de todas las madres que desaparecieron

así se sitúa la vida en el vientre del universo
engañando a los que parecen entenderlo todo
sin recordar que en una hora no conocida serán cadáver y sombra

el hilo del infinito juega con las noches oscuras
mientras dos niñas se besan y desaparecen sus almas
camino de un paraíso irreconocible

yo me desnudo y recorro el cuerpo de los fantasmas
con un miedo atroz a desaparecer en el delirio
y a la vez con unas ganas irresistibles de fundirme en él

mis brazos abrazan el aire y escupen versos
mi garganta sufre humo y palabras

despierto al alba insomne y perdida
con la sangre atiborrada de Litio y espera
con las pupilas grandes y erráticas

mi alma tiene un hambre grande de sueños y vísperas de desorden
mis manos conocen el tacto de otra mano enemiga

así transcurre el tiempo entre muertes y juegos
entre el primer error y el segundo y el tercer error
sin saber dónde situar la verdad y el engaño más absoluto
sin saber el origen de todo lo que parece existir y parpadea

los monstruos sonríen sin saber porqué
aposentan sus faces en los pechos de las luciérnagas desnudas
y confunden su luz con el resplandor del sol muriéndose

así por fin viajaremos al sueño y no volveremos de él
así por fin conoceremos el destino de los enloquecidos
que confunden cadenas con abrazos tibios

así regresaremos al vientre plácido y húmedo
y no volveremos al territorio de la memoria

así las mujeres cogeran su útero y huiran al océano
donde se alimentaran de su propia carne

huiran lejos, lejos, lejos

donde nadie niegue sus delirios de destellos azules.